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16 de enero de 2010

El Vendedor Diabólico...














Es increíble hasta donde puede llegar la gente por conseguir algo de dinero, la crisis económica cada día es mas desesperante, la frustración de no poder suplir las necesidades básicas en su totalidad y solo absteniéndonos de ciertos caprichos (vacaciones, ropa, ocio, etc.) para poder ahorrar y llegar a fin de mes sin embargo, esto no solo aplica a los consumidores sino también a los comerciantes que no logran completar la venta del día y son capaces de llegar a convertirse en personas bastante agobiantes y sin exagerar, transformarse en personajes sacados de un thriller psicológico cuando desesperadamente insisten en que le compres algún producto.







Hace algunas semanas, sobre las 8:00 A.M. mi compañera de piso y yo nos despertamos con el sonido estridente del timbre del portar que sonaba insistentemente, nos despertamos atónitas y algo nerviosas porque mi compañera de piso que hace poco ha salido del calvario de tener un ex novio obsesivo y mirándonos una a la otra nos preguntamos:



- ¿Estas esperando a alguien?
- - No. ¿Y Tú?
- – Tampoco- Responde ella.



Sigilosamente nos acercamos al cerrojo de la puerta y vemos asomarse al agujero del cerrojo a un señor regordete de más de 40 años que nos hablas con voz enérgica y de vendedor de camioneta anunciadora:



 – ¡Buen día marcharte, soy el Paco! A ver si querían algo de; aceite, huevos, carne, etc., etc. ! 



Y nos menciono en menos de 15 segundos más de 10 artículos, nos miramos y soltamos unas carcajadas tapándonos la boca y decidimos abrirle, el señor se esforzaba bastante en vender sus productos tanto que su voz resultaba como el de uno de esos teleoperadores que te llaman para ofrecerte eso productos raros que nunca ves en las tiendas… Soñolientas y algo agobiadas con tan estruendosa voz decidimos coger una bolsa de patatas cuyo precio era del 20% mas cara de lo que costaba en el mercado pero a nosotras nos daba igual lo único que queríamos es que se largara cuanto antes y nos dejara dormir. Al fin, pudimos cerrar la puerta pero no bien habíamos terminado de cubrirnos con las sabanas cuando sonaba el timbre ¡Otra vez! Cuando nuestros pasos se iban acercando a la puerta escuchamos la misma estruendosa voz de antes gritar:






- ¡Marchanteeee, que se me olvidaba decirle que tengo aceite de oliva, si queréis!


Al abrir la puerta ambas le clavamos una mirada asesina seguida de una sonrisa tan falsa que ni siquiera La Reina De Inglaterra se hubiera esforzado tanto en fingirla, respire profundo y le dije con mi voz mas dulce:



-No señor, tenemos aceite.- a lo que el vendedor responde con una amplia sonrisa al mas estilo JOKER…



-¿Y para cuando creen que se les acabará? (Estoy a punto de perder los estribos)



– No lo sé. Supongo que nos queda para más de un mes.- le respondo. Aun así, y por tercera vez, nos intenta convencer de que le compremos algún producto más, a lo que respondí bruscamente:





-No, nos interesa nada más ¡GRACIAS!...No volví a la cama, ya me había estresado bastante y se me había quitado el sueño.




A la semana siguiente regreso, escuche el timbre y mire mi reloj… las 8:30 A.M. como sabia que no estábamos esperando visita no me moleste en levantarme pero mi compañera si lo hizo, y volví a escuchar la misma letanía de una semana antes, luego escuche un ¡NO, queremos nada hoy! Seguida de un portazo, escuché a mi amiga murmurar mal humorada por que el jodido vendedor la había despertado tan temprano; pero esto no termina aquí! Hace 3 días volvió a sonar el timbre y esta vez mas temprano que las ultimas veces, decidimos no levantarnos ninguna de las dos, pero el muy desgraciado toco al timbre tantas veces que pensé que se iba a reventar y me entro un ataque de risa de lo graciosa de la situación y al escuchar todas las maldiciones que mi amiga le echaba al vendedor ( Cosas impronunciables LOL!), luego de unos minutos desistió pero a la hora volvió a tocar el timbre y así durante varias veces en toda la mañana, al parecer iba a otras casas y edificios de la misma calle y entre uno y otro nos volvía a tocar el timbre, la situación se estaba poniendo bastante incomoda, teníamos que salir de la casa hacer algunas cosas y no queríamos bajar por el miedo de encontrarnos con aquel vendedor demoniaco, lo ultimo que se le ocurrió hacer fue tocar al timbre y quedarse varios minutos callado parado frente al inter-phone, tuvimos que utilizar un espejo para ver desde la ventana y escondidas detrás de las cortinas para no tener que asomar la cabeza y que nos descubriera dentro de la casa y esperar que se alejara su furgoneta de nuestra calle

Les aseguro que la próxima vez que ese enviado de Satán vuelva a perturbarnos el sueño y acosarnos de esa manera le diré 4 cosas como buena Dominicana de las que no se les deben decir a nadie.

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